Hace algunos años trabajé en un reportaje que se le ocurrió hacer a una de mis jefas, por un dato que tenía. Gran ocurrencia. Yo era parte del equipo de un exitoso programa de investigación periodística para la televisión chilena… y me tocó conocer a fondo un grupo de travestis que recibía capacitación para tener un oficio que les permitiera dejar las calles y la prostitución.
Un mes tenía para buscar personajes, dar a conocer sus sueños, su pasado y el presente. Un mes de casa en casa, de clase en clase en el Infocap (universidad para el trabajador a cargo de los jesuitas), calle en calle. Las noches, las mañanas, las tardes… llenas de visitas y reuniones y paseos… conocí sus rutinas, sus familias. me senté a llorar con varias de ellas y hasta las defendí de la policía una vez que nos querían llevar detenidas a todas juntas (yo incluida) sólo por caminar en la calle vestidas de mujer. en ese momento me dio mucha risa pasar por una de ellas y luego me enojé por ver el cambio de actitud del policía al percatarse que yo no era ni travesti ni prostituta... cambió porque yo era yo... aunque ninguna de ellas estaba haciendo en ese momento nada fuera de la ley, más que caminar conmigo por la calle, conversando y riéndonos.
Conocí historias increíbles. Personas maravillosas. Un mundo sórdido, triste, solitario, sucio, maloliente… pobre. Un mundo lleno de violencia y enfermedades, de ignorancia y prejuicios. También con lealtades y esperanzas. Mucho llanto. Un mundo marginal al que evitamos o pretendemos que no existe. Para mí, un privilegio. Conocí profundamente una parte de la ciudad donde vivo que, de no ser por el programa donde trabajaba, difícilmente hubiera aprendido a entender. El tema derivó en un reportaje terminó sacando un segundo lugar, premiado por la Fundación Nuevo Periodismo (a cargo de Gabriel García Márquez). Por esas cosas de la vida, que no vienen al caso, las entrevistas con cámaras las hizo otra periodista que era “rostro” y las alabanzas también se las llevó otra gente. Eran las reglas del juego. Internamente en el canal recibí parte de las felicitaciones correspondientes… Muchas de mis entrevistadas siguen en las calles, las he visto en las noticias porque caen presas, otras son parte de algún movimiento que busca igualdad de derechos, otras ya murieron de sida o golpeada po algún homofóbico extremo... pero, lo mejor de todo es que conocí a una persona con la que sigo comunicándome, escribiendo, visitando, chateando. Mi amiga Juana Iris.
Ella dejó las calles hace varios años, después de ver su propia historia proyectada en la pantalla. Y de a poco… encontró un trabajo donde es respetada como persona. Pero los sueldos de empleados públicos de “baja categoría” no alcanzan para pensar en el futuro, pagar las deudas y sobrevivir el día a día. Con el permiso de ella, acá pongo su foto y una carta que escribió buscando ayuda… en verdad, necesita ayuda económica para salir adelante, porque la acaban de estafar.
Aquí está la carta que ella misma envía.
Un mes tenía para buscar personajes, dar a conocer sus sueños, su pasado y el presente. Un mes de casa en casa, de clase en clase en el Infocap (universidad para el trabajador a cargo de los jesuitas), calle en calle. Las noches, las mañanas, las tardes… llenas de visitas y reuniones y paseos… conocí sus rutinas, sus familias. me senté a llorar con varias de ellas y hasta las defendí de la policía una vez que nos querían llevar detenidas a todas juntas (yo incluida) sólo por caminar en la calle vestidas de mujer. en ese momento me dio mucha risa pasar por una de ellas y luego me enojé por ver el cambio de actitud del policía al percatarse que yo no era ni travesti ni prostituta... cambió porque yo era yo... aunque ninguna de ellas estaba haciendo en ese momento nada fuera de la ley, más que caminar conmigo por la calle, conversando y riéndonos.
Conocí historias increíbles. Personas maravillosas. Un mundo sórdido, triste, solitario, sucio, maloliente… pobre. Un mundo lleno de violencia y enfermedades, de ignorancia y prejuicios. También con lealtades y esperanzas. Mucho llanto. Un mundo marginal al que evitamos o pretendemos que no existe. Para mí, un privilegio. Conocí profundamente una parte de la ciudad donde vivo que, de no ser por el programa donde trabajaba, difícilmente hubiera aprendido a entender. El tema derivó en un reportaje terminó sacando un segundo lugar, premiado por la Fundación Nuevo Periodismo (a cargo de Gabriel García Márquez). Por esas cosas de la vida, que no vienen al caso, las entrevistas con cámaras las hizo otra periodista que era “rostro” y las alabanzas también se las llevó otra gente. Eran las reglas del juego. Internamente en el canal recibí parte de las felicitaciones correspondientes… Muchas de mis entrevistadas siguen en las calles, las he visto en las noticias porque caen presas, otras son parte de algún movimiento que busca igualdad de derechos, otras ya murieron de sida o golpeada po algún homofóbico extremo... pero, lo mejor de todo es que conocí a una persona con la que sigo comunicándome, escribiendo, visitando, chateando. Mi amiga Juana Iris.
Ella dejó las calles hace varios años, después de ver su propia historia proyectada en la pantalla. Y de a poco… encontró un trabajo donde es respetada como persona. Pero los sueldos de empleados públicos de “baja categoría” no alcanzan para pensar en el futuro, pagar las deudas y sobrevivir el día a día. Con el permiso de ella, acá pongo su foto y una carta que escribió buscando ayuda… en verdad, necesita ayuda económica para salir adelante, porque la acaban de estafar.
Aquí está la carta que ella misma envía.
Quiero comenzar contando que soy una chica transexual no operada y vida desde muy niña ha girado entorno la discriminación, ya que la primera discriminación la recibí de parte de mi propia familia, y luego en el colegio.
En un principio mi familia me discriminó y me echó de la casa, por ser una persona diferente a ellos, en lo referente a mi sexo biológico, y en el colegio me molestaban porque me encontraban diferente a los demás niños y niñas, por este motivo que me tuve que ir de mi casa y dedicarme al comercio sexual por las faltas de oportunidades.
Todo comenzó cuando yo tenía 7 años y desde esa edad hasta ahora he vivido todo un calvario, ya que mi nombre por partida de nacimiento no coincide con mi imagen, ni mi rol de género, que es femenino.
Por este motivo veo vulnerados mis derechos básicos como persona, primero que nada, en el ámbito laboral, educacional y de salud.
En el ámbito de la salud: no tengo una atención digna, puesto que he sido rechazada por tener nombres masculinos y no femeninos, esto ocurre por el tema de mi inscripción en el Registro Civil, pasando a tener conflictos con quien me atiende, pues, voy como mujer y debo explicar tooooooda mi historia de vida, y el tiempo termina y no he logrado ser atendida por la causa que requirió mi consulta al médico.
A esto se suma, que al momento de llamarme para poder ser atendida, me llaman con el nombre masculino que legalmente tengo, es aquí cuando me convierto en objeto de miradas y burlas de las personas que se encuentran al igual que yo esperando ser atendidas.
En el ámbito Laboral: es en este espacio en donde me he sentido mucho más vulnerable, puesto que que no reúno las condiciones, por lo tanto quedo fuera de los parámetros para el trabajo al que quiero o quisiera postular, sólo por llevar el nombre de partida de nacimiento y no el de Juana Iris, situación que me hace sentirme frustrada como persona y como mujer.
En el ámbito educacional ni hablar aquí también quedo fuera de los parámetros. Pero a pesar de todo esto que he vivido puedo decir muy orgullosamente que le he quebrado la mano al destino, he salido adelante a pesar de todas las dificultades que la sociedad pone y en estos momentos me encuentro trabajando como administrativa en un centro de salud de la comuna de Cerro Navia, aquí me dieron la oportunidad para desenvolverme en el ámbito laboral tomando en cuenta que primero que nada soy una persona con derechos y deberes, también estoy terminando mi enseñanza media y en el año 2008 me gustaría mucho entrar a estudiar una carrera. Ahora me siento una persona común y corriente como cualquier otra persona que tiene cuentas que pagar y objetivos que cumplir, pero los objetivos se ven troncados cuando no esta el dinero es por eso que me gustaría participar en el programa “quien merece ser millonario” para poder hacer realidad el sueño de todos los Chilenos que es la casa propia y poder pagar algunas cuentas que tengo. Me encantaría mucho que me dieran la oportunidad de participar ya que encuentro que soy una persona que lo merezco ya que a pesar de todo lo que he vivido nunca me he rendido y que soy perseverante en todo lo que me propongo con responsabilidad y con respeto.
En un principio mi familia me discriminó y me echó de la casa, por ser una persona diferente a ellos, en lo referente a mi sexo biológico, y en el colegio me molestaban porque me encontraban diferente a los demás niños y niñas, por este motivo que me tuve que ir de mi casa y dedicarme al comercio sexual por las faltas de oportunidades.
Todo comenzó cuando yo tenía 7 años y desde esa edad hasta ahora he vivido todo un calvario, ya que mi nombre por partida de nacimiento no coincide con mi imagen, ni mi rol de género, que es femenino.
Por este motivo veo vulnerados mis derechos básicos como persona, primero que nada, en el ámbito laboral, educacional y de salud.
En el ámbito de la salud: no tengo una atención digna, puesto que he sido rechazada por tener nombres masculinos y no femeninos, esto ocurre por el tema de mi inscripción en el Registro Civil, pasando a tener conflictos con quien me atiende, pues, voy como mujer y debo explicar tooooooda mi historia de vida, y el tiempo termina y no he logrado ser atendida por la causa que requirió mi consulta al médico.
A esto se suma, que al momento de llamarme para poder ser atendida, me llaman con el nombre masculino que legalmente tengo, es aquí cuando me convierto en objeto de miradas y burlas de las personas que se encuentran al igual que yo esperando ser atendidas.
En el ámbito Laboral: es en este espacio en donde me he sentido mucho más vulnerable, puesto que que no reúno las condiciones, por lo tanto quedo fuera de los parámetros para el trabajo al que quiero o quisiera postular, sólo por llevar el nombre de partida de nacimiento y no el de Juana Iris, situación que me hace sentirme frustrada como persona y como mujer.
En el ámbito educacional ni hablar aquí también quedo fuera de los parámetros. Pero a pesar de todo esto que he vivido puedo decir muy orgullosamente que le he quebrado la mano al destino, he salido adelante a pesar de todas las dificultades que la sociedad pone y en estos momentos me encuentro trabajando como administrativa en un centro de salud de la comuna de Cerro Navia, aquí me dieron la oportunidad para desenvolverme en el ámbito laboral tomando en cuenta que primero que nada soy una persona con derechos y deberes, también estoy terminando mi enseñanza media y en el año 2008 me gustaría mucho entrar a estudiar una carrera. Ahora me siento una persona común y corriente como cualquier otra persona que tiene cuentas que pagar y objetivos que cumplir, pero los objetivos se ven troncados cuando no esta el dinero es por eso que me gustaría participar en el programa “quien merece ser millonario” para poder hacer realidad el sueño de todos los Chilenos que es la casa propia y poder pagar algunas cuentas que tengo. Me encantaría mucho que me dieran la oportunidad de participar ya que encuentro que soy una persona que lo merezco ya que a pesar de todo lo que he vivido nunca me he rendido y que soy perseverante en todo lo que me propongo con responsabilidad y con respeto.
Desde la perspectiva cultural, las complicaciones dadas por las formas que se asume la discriminación desde la sociedad para quienes hemos tratado de ejercer nuestro derecho a la vida y a los derechos asociados a nuestra dignidad; tenemos que estar en una actitud de permanentes explicaciones y justificaciones acerca de nuestra condición ¿todos/as debemos estar explicando nuestra condición cada vez que a alguien le complique o le entre la curiosidad?
El acceso a ciertos bienes de consumo, necesarios para mi desempeño laboral o mi legitima oportunidad de tener un vehiculo, se ve complejizada por la actitud de la policía al momento de requerir mis documentos, y vuelta a explicar mi condición.Todo esto en el contexto de ser una mujer atrapada en un cuerpo que no me corresponde. cariños, Juana.
El acceso a ciertos bienes de consumo, necesarios para mi desempeño laboral o mi legitima oportunidad de tener un vehiculo, se ve complejizada por la actitud de la policía al momento de requerir mis documentos, y vuelta a explicar mi condición.Todo esto en el contexto de ser una mujer atrapada en un cuerpo que no me corresponde. cariños, Juana.
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